Uno de los refranes más conocidos en Venezuela es que los niños siempre nacen con una arepa bajo el brazo, como una forma de hacer ver que siempre habrá forma de proveer la alimentación y tener recursos para cuidarlo. Aunque esto no es tan así, demuestra lo arraigada que está la arepa en el imaginario colectivo venezolano, y ella no es más que un pan hecho con harina de maíz precocida.
Desde tiempos precolombinos, el maíz se ha erigido como el pilar de la alimentación de aquellos que vivían en el territorio que posteriormente se constituyó como Venezuela. Posteriormente, a raíz de la conquista, colonia y la posterior vida independiente del país, esto se ha mantenido así. Siempre el maíz se ha ‘pilado’. Esto no es más que una forma de moler mazorcas para obtener una masa de la que se pueden preparar arepas e incluso otras recetas como cachapas.
La arepa en cada casa
Pilar maíz es complicado y engorroso, así que a mediados del siglo XX diferentes productores venezolanos, como Luis Caballero Mejías, lograron crear una harina de maíz ya precocida, lo que hizo que los venezolanos, con tan solo comprar un kilo de harina, pudieran hacer arepas sin mayor dificultad, al solo mezclar la harina con agua y sal.
Todo este producto del maíz se volvió una costumbre cultural, ya que cada mañana en millones de casas venezolanas se preparan arepas a partir de la harina de maíz precocida. También muchas veces se hacen cachapas, provenientes de maíz pilado dulce, aunque también existen en el mercado mezclas listas para prepararlas.